21 de febrero de 2012

“Qué cultura contar… ¿Contar la cultura? Mejor: con qué cultura contar… ¡contar con la cultura!”


“¿Qué cultura crees que NO contamos y deberíamos contar?”

“Qué cultura contar… ¿Contar la cultura? Mejor: con qué cultura contar… ¡contar con la cultura!”

Qué cultura contar… ¿Contar la cultura? Mejor: con qué cultura contar… ¡contar con la cultura! La idea de “suplemento cultural” ya es de por sí engañosa. “Suplemento” sugiere, por un lado, algo que complementa. Los suplementos de los periódicos complementan su información diaria. Pero también significa suplantar. Y no hay nada más molesto que un catálogo de libros disfrazado de suplemento cultural. No tiene nada de malo ser un catálogo. Lo que irrita es el engaño. Pero si la noción de suplemento entraña también la de sustitución, entonces hay algo más interesante ahí.
Más que una colección de objetos autónomos y consagrados, la cultura es una práctica social, una serie de actividades que realiza un grupo determinado, de un modo particular, para lograr un objetivo específico aunque sea sólo el decirle al mundo “somos nosotros y aquí estamos”. En este caso, el suplemento cultural sustituye la participación directa por la información sobre ésta. Eso es lo que me interesa. No necesito información de lo que se distribuye desde los centros consagrados de canonización cultural. A esas aristas llego por mis propios medios… o mejor dicho, por los suyos.
En cambio, lo que necesito es ayuda para que alguien mire por mí ahí donde mis sentidos no son capaces de llegar, sea porque mi pescuezo no alcanza; porque ni siquiera sabía que existiese ese nicho o porque mis hábitos culturales me impiden percibir la nueva cultura que se esparce a mi rededor. Sólo pido que me señale hacia donde nuevas prácticas comienzan a emerger. Y no sólo las nuevas propuestas artísticas, académicas o discursivas, sino también nuevas formas de organización social, política, vecinal y nuevas formas de amar.
La globalización dispersa el mundo al tiempo que lo encierra en los media. Ellos nos lo crean todos los días en simulacros que ya no nos pueden decir nada de la realidad porque simplemente la han dejado fuera. Pero si los media encierran el mundo, también pueden reinventarlo. Y para ello hay que destruirlo. Necesito un Suplemento cultural que ofrezca el servicio de destruir mundos para que “usted querido lector los rehaga de nuevo”.
Ahora necesitamos de una nueva actitud mediadora que recoja con otros criterios los fragmentos del mundo que estalla todos los días. Los de los hijos de la nueva e indignante crisis. Los que descubren su potencial en las redes sociales o los resquicios que dejan libres por descuido los discursos hegemónicos. Aquellos que no pretenden colocarse en el lugar del poder definitorio. Simplemente decir su perspectiva del mundo desde su propio lugar.

Publicado en POLIEDRO MAG_000. Febrero de 2012.

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